Tag Archives: lucio

Swimbaits duros algo más de información sobre estos señuelos tan realistas que están obteniendo siempre más atención y personas interesadas en usarlo.

Estos cebos duros empezaron a verse durante los años 80, se crearon para pescar black bass en los grandes embalses de California en los que los depredadores solían alimentarse con las truchas arcoíris que repoblaban aquellos lagos. Pueden ser en dos tramos articulados, normalmente conocidos como Glide Bait o en más segmentos. El numero de tramos del swimbait articulado duro define también la acción, el de dos tramos suele responder de manera muy natural a una recuperación linear, mientras al de más tramos permite quiebros y respuesta más erráticas que podrían o menos ser interesantes dependiendo de la actividad de la carnada.

La principal característica de los este tipo de swimbaits es que la exploración del realismo es la más elevada posible. Cada detalle del cebo se remonta a la librea del pez que quiere imitar llegando a alcanzar niveles absolutamente notables en especial cuando de trata de pez pasto como el Ayu, la Trucha Arcoiris o inclusive el black bass. A simple vista, un swimbait que nada a 15 metros de nosotros no nos resultará fácil distinguirlo de un pez en carne y escamas, sobre todo si quien lo utilizas está recuperando de manera metódica y regular y así logrando un coleteo súper realista.

 Swimbaits articulados duros
Evergreen ES Drive

No está de más recordar que estos señuelos se desarrollan y fabrican con una meta bien definida, capturar grandes depredadores y hasta la fecha se han ido superando una y otra vez los límites del tamaño máximo de estos señuelos, llegando ya a cebos de treinta centímetros de más de 400 gramos de peso, una verdadera burrada que, además, puede llegar a costar varios billetes de 100€. Dejando de lado los récords de longitud o peso, es cierto que en general se trata de bicharracos de buen porte, y esto, además de conseguir el objetivo número uno, es decir desencadenar ataques de depredadores de porte - aunque sabemos que los hay pequeños y atrevidos - también evita un hecho importante, que el pez se clave muy adentro en la boca y resulte difícil quitarle los triples porque se han enganchado en la boca del estómago o en las agallas.  

 Swimbaits articulados duros
IMA Glide Fluke 178

Los Swimbaits articulados duros se suelen utilizar con equipos de casting potentes, no se hasta que límites se ha llegado en España, pero es muy común tener que lanzar un cebo de más de 60 gramos como un Gan Craft Jointed Claw 178 que pesa justamente 60 gramos o un IMA Glide Fluke 178 cuya versión hundida alcanza los 80 gramos. Aún así, y que me disculpen los puristas, pescar con Swimbaits con cañas de spinning tampoco es herejía, sobre todo si no somos prácticos de lanzado con los baitcasters o aún más si pescamos en el mar, donde a menudo el viento nos sopla en una posición desfavorable, con todas las problemáticas que conlleva equilibrar la bobina de una carrete de casting con el aire de morros. Para los expertos en carretes de bobina giratoria los problemas se reducen de manera drástica, pero para aquellos que siempre han pescado con equipos de bobina fija, no es tan fácil, así que sin cortarse un pelo engancha tu favorito al bajo de línea, levanta el pick up y leña al mono.

 Swimbaits articulados duros
Gan Craft Jointed Claw 178

Para pescar con swimbaits en el mar no solo disponemos de señuelos que vamos adaptando del agua dulce, sino que igualmente podemos contar con Swimbaits articulados duros expresamente diseñados para la lubina, por ejemplo, los japoneses ciertamente no se dejan escapar la oportunidad de sacar buenas Suzuki con señuelos tan exitosos y hay modelos como el Sea Drive de Evergreen que tiene un tamaño y peso de 28 gramos para poderse lanzar con equipos de potencia MH o H. Al mismo tiempo, si lo que queremos es disfrutar de esta pesca en el mar cazando los grandes depredadores como anjovas, palometones, serviolas o dentones, siempre podemos meter mano a los cebos de mayor tamaño y sacar el equipo XH con un buen trenzado que aguante las carreras de esos magníficos depredadores, en este caso quizás metería mano a los anzuelos por unos específicos de mar y además robustos.

Swimbaits articulados duros
Evergreen Sea Drive

No nos vamos a extender más en hablar de los Swimbaits articulados duros, como habéis comprendido este artículo no ha sido escrito por un experto ni tiene pretensiones de competir con la abundante literatura que hay en la red, mucha en inglés, pero esperamos que haya podido ser de ayuda para comprender un poco más este fenómeno que ha venido para quedarse y que, sobre todo en el mar, es todavía una herramienta estratégica, desconocida por la mayoría de los depredadores. A disfrutar niños que son dos días.

5 Comments

Peces invasores ¿será madre naturaleza que pondrá las cosas en su sitio?

El siluro es entre los peces invasores más difusos

Entre los peces invasores el siluro ya le tenemos casi repartido por todo el país.

La verdad es que ya no hay nada que podamos hacer para erradicarla. Lo mismo pasó en su momento con el Black Bass, el Lucio y en tiempos muy antiguos con la Carpa.

Estos continuos atentados a la biodiversidad han acabado con muchas especies autóctonas.

Mucho me temo que la cuenta no se pare aquí porque en el Ebro ya tenemos al Aspio y vete tú a saber si alguien no se ha divertido en introducir nuevas especies que dentro de poco empezarán a tomar relevancia en las aguas de la península.

Lo curioso es que en el mar esto está ocurriendo de manera "natural", hay peces invasores prevalentemente subtropicales o tropicales que están entrando en nuestras aguas, bien por el cambio climático, bien por el canal de Suez o quizás hasta por la rotura de alguna jaula donde se criaban peces alóctonas.

Es probable que en ambos casos nos encontraremos con peces invasores que desalojarán los autóctonos de su lugar, y probablemente cambiarán el panorama de la fauna local, y aún siendo ambos directamente o indirectamente provocados por el hombre, el impacto que tienen o la contundencia de los hechos los hacen parecer diferentes.

Habrá que prepararse para ello porque no van a parar, que queramos o menos. Hace no mucho alguien sacó en Galicia Inglaterra una Lubina Rayada de la costa Este de EEUU, un animal que podría borrar de la faz de la tierra la Labrax de toda la vida e implantarse aquí, o crear un híbrido que al principio podría ser estéril pero luego, una vez adaptado, transformarse en una nueva especie de Serranidae que de ahora a cien años dominará nuestras costas.

Me veo muy "pequeño" para poder sujetar dicha invasión y totalmente inútil para entender, si es que lo haya, el proceso para evitar la pandemia invasiva. Y si impotente me tengo que quedar, espero que madre naturaleza, una vez más, sea capaz de poner orden en las cosas y arreglar de alguna manera los desperfectos que ha creado el hombre, siempre y cuando esto no sea más bien parte del diseño de la "evolución" a la que tenemos que someternos, hasta que ratas y cucarachas tomen el mando del planeta.

6 Comments

No había dos días diferentes en su vida. El Lunes era igual al viernes y cada martes se parecía al miércoles siguiente, como si el calendario se repitiera en bucle, una especie de día de la marmota pero en aburrido y sin la chica guapa. Una existencia llana tiene sus ventajas, no hay riesgos, ni estrés, ni emociones peligrosas que humedezcan la frente con gotas de sudor frío, el del miedo. Solo el sábado, o algunos de ellos cuando le dejaban, podían alterar ese orden perfecto del tedio. Eran aquellos fines de semana en los que podía sacar la caña del trastero y marcharse en santa paz hacía sus paraísos remotos donde solo el conseguía llegar, lejos de la horda barbárica, autóctona o forastera, poco le importaba.

Rehuía de sombrillas, radios a todo trapo, cañas de fondo lanzadas al azar y voces que no siempre se entendían. Se sentía como un lobo acechado por los sabuesos y obligado a retroceder metro tras metros en búsqueda de su libertad, o su vida, que más o menos para el era lo mismo. Tenía los pantanos medidos meticulosamente, era el hombre GPS sin saber ni como arrancar uno de verdad, una especie de James Cook del siglo veinte y uno, cartógrafo de excepción, allí donde los haya. El suyo lo tenía metido entre las orejas y lo ponía al día cada vez que en el último rincón libre encontraba un alma que se lo había violado. Pasaba y seguía en su búsqueda de la absoluta solitud. Un gran trabajo de voluntad y de piernas, pero el estar solo merecía pleno esfuerzo, y algo más.

A cada recula daba un nombre, un acantilado se llamaba "Esmeralda", por el color del agua que le dibujaba, o esa playa somera moteada de algas era "la sencilla", porque le resultaba fácil llegar allí después de haber cruzado medio monte. Nada más le molestaba que una pisada en la arena o el barro de su nuevo edén. Saber que algún bípedo humano, aún buscando setas, hubiese alcanzado llegar hasta ese rincón olvidado por hombres y dioses le hervía la sangre e incluso cansado después de dos horas atravesando el campo se volvía a marchar anhelando terreno virgen. Así hubiese seguido hasta completar el círculo y volver a encontrarse en el punto de salida - mejor volver a casa que aquí no queda espacio - pensaba arrancando el coche, y se marchaba, víctima de su obsesión enfermiza.

Encontrar tierra virgen en el año 2013 es asunto de psicoanalista más que de pescador aventurero, y la que pagaba el pato era su cabeza, cuya serenidad y despeje iban de la mano de la solitud que conseguía encontrar, o que se le escapaba sábado si y sábado también. Las fuertes lluvias del invierno le ayudaban un poco en su perturbadora tarea, el agua que todo se lleva borraba las manchas dejada por domingueros errantes y su alma se apaciguaba al llegar y encontrarse sin el rastro de quien allí había estado a lo mejor solo dos días antes. Podía imaginar que era una ficción, que la realidad no era la que el suelo aparentaba - así de limpio de huellas - pero en su cabeza ese aspecto tan impoluto sonaba a gloria, y sin rechistar se dejaba engañar.

Aún así, de vez en cuando su sueño se cumplía como el de un niño la noche de navidad, y podía relajarse en aquella extraña situación en la que pocos - creo - nos hemos encontrados. Solitud de verdad, sin nadie alrededor y nadie que haya pasado o vaya a pasar por ese lugar encantado en mucho tiempo, o poco, ¡qué más da! Disfrutaba de su logro de tal manera que hasta tenía que sacudirse un poco la cabeza para recordar la razón primaria, primitiva y primordial por la que se había pateado medio condado para llegar allí.

Montaba entonces la caña, una reliquia que llevaba consigo desde la adolescencia, montada en un blank Lerc - francés - ahora probablemente extinguido. Se trataba de una telescópica color anaranjado, con unas anillas que probablemente sufrían el roce de un trenzado más que una papel de fumar y un mango enrollado en un cordaje de algún material que desconocía. Había sido el regalo de su mejor amigo veinte y cinco años atrás, antes de que se estrellara con su moto en un muro que se había llevado más vida que la peste, y que todavía seguía allí, monumento de esa curva funesta. Todavía se podía leer la firma del ingenioso compañero, y según el día se alegraba de verla o menos. El sol estaba ya alto. Es lo que pasa si tu búsqueda del aislamiento prevalece sobre la del momento mágico del alba, y se pone uno en pesca cuando puede, no cuando debe.

Le parecía interesante la recula, las hierbas todavía verdes debajo del agua delataban una subida reciente del nivel y los primeros ascensos de temperatura que trae Marzo le indicaban que allí podía todavía encontrarse alguna madre cansada que aprovechaba los rayos del sol para recobrar fuerza después de las placenteras - ¿placenteras? - pero agotadoras tareas de la maternidad. Si es que de maternidad se trata. Un paseante. Eso es lo que va a enganchar al bajo de acero, la subida del agua está cubriendo una playa muy somera por lo tanto, hasta donde pueda llegar su lance no va a ser más hondo de un metro o metro y medio como mucho. Si hubiese una bestia feroz por allí podría decidir atacar en superficie, ¿y qué mayor gozo para completar un día de huraño y en un lugar donde los Lucios raras veces hayan sido molestados por el hombre?

Puso los pies a remojo, le gustaba sentir el agua acariciar sus botas de goma y disparó. En ese momento se sentía como Armstrong cuando apoyó la suela en la superficie lunar, en ausencia de gravedad. Tardó menos de tres vueltas de manivela para darse cuenta que sus arriesgadas teorías algún fundamento tenían, y el agua se abrió para dejar espacio a las fauces de un lucio descomunal, que asomó lomo y cola para atentar a la vida - si la hubiese - del paseante. Si de segundos se trató no se dio cuenta, desde el momento de la picada hasta que logró acercar la acorazada a la orilla, su reloj mental empezó a ir al ralentí y cada instante le pareció una hora.

Al preguntarle alguien  - pero nadie nunca lo iba a hacer porque no le gustaba contestar a ese tipo de preguntas y se ponía muy borde - hubiese dicho que la lucha había empezado a la once de la mañana y acabado cuando el sol se escondía detrás de la sierra. Extasiado por la feliz coincidencia de los astros logró meter mano al opérculo de la matriarca y levantarla, casi sin creer en lo que le estaba pasando. Llevaba consigo una pequeña compacta con un mini trípode y se apresuró para colocarla encima de una piedra, ajustar el temporizador y ponerse agachado delante de ese aparato que congela el tiempo y te devuelve los recueros con solo pulsar un botón.

Se aseguró de que por lo menos una foto hubiese salido lo suficientemente bien para enseñarla a su mecánico, que siempre le toma el pelo por sus absurdas estampidas hacía el mundo perfecto, donde cada hombre está solo. Con atención quitó el señuelo de la boca del pez que con paciencia se sometía a esa operación sin anestesia, y enseguida acercó el morro del animal al agua, para devolverlo. Antes de aflojar la presa lo intentó levantar una vez más, y al ver que no podía se dio cuenta de su tamaño. Escaneó su cerebro por un buen rato buscando recuerdos de semejante aparato y el resultado fue paupérrimo, en sus anales no había ni un lucio con tal cabeza y que pesase tanto hasta costarle mucho levantarle. Puso la caña paralela al cuerpo del bicho y le midió, una vez en casa hubiese comprobado la longitud con el metro. Iba de la anilla de la puntera hasta casi el mango y en una caña de cerca de dos metros esto es mucha tela.

Le soltó y le estuvo observando mientras atontado y sorprendido se quedaba mirando hacía la orilla manteniéndose suspendido con un ligero movimiento de las aletas pectorales deslizando lateralmente - como un avión que se prepara para hacer un quiebro - hasta finalmente ganar profundidad y desaparece de su vista. Ya eran las once y pico de la mañana, pero le parecía que fuese casi de noche y se apresuró en volver por su senda recién trazada. No estaba seguro de estar allí, ni siquiera de haber estado en ese lugar, no sabía si se había levantado aquella mañana, le faltaba el sabor del café en la boca y su cabeza giraba alrededor de aquellos indefinidos instantes que habían enmarcado la captura. Si era un sueño lo había disfrutado como la vida misma cuando te mima con cariño, y si hubiese sido realidad será la cámara que se lo recordaría al día siguiente.  Ahora tenía prisa de volver a casa, o dejarse engullir por el sueño más profundo, lo que terciase, no estaba seguro. Siguió caminando hasta que divisó el coche, tenía aparcadas al lado tres furgonetas y en la orilla unas familias celebrando el sol primaveral con vino y  manjares de la tierra y las cañas echadas rebuscando algo que probablemente no iba a aparecer.

Arrancó el automóvil y miró la hora y el día, todo cuadraba. Se miró en el retrovisor y le escapó una sonrisa, "las niñas - dijo - estarán encantadas de verme volver tan pronto. A lo mejor me las llevo al cine, así soñamos juntos un poco ". Puso la marcha y pisó el acelerador, recubriendo de polvo el espejismo que se había dejado atrás, seguro que un día volvería. Si los bárbaros no llegaban a conquistarlo, volvería.

Last updated by at .