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Esta semana vamos a hacer un nuevo juego.  Aquí tenéis una foto mía que está completamente sin retocar, así como sale de la cámara. Está en alta definición por lo tanto tiene la máxima calidad que puede conservar una jpeg. Para jugar simplemente debéis descargar la foto y editarla como queráis, en el programa de edición que tengáis quedando prohibido solamente clonar pez y pescadores, modificar su aspecto o empeorarlo. En fin, hay que respetar los dos bichos, el bípedo (Paquito sabes que te quiero) y el que lleva aletas.

Una vez editada me la devolvéis por e-mail y colgaré todas en el blog para que la gente pueda votarlas. Es importante el voto de los demás pero es también importante mi voto porque la foto hay que editarla bien. Hay que tener cuidado con los colores, el ruido, la saturación, el balance de blancos, el horizonte, el contraste etc. Sin embargo, si alguien la quiere convertir en blanco y negro, en sepia o virar los tonos puede hacerlo, pero debería de justificar su elección y explicar, con pocas palabras porque ha decidido darle cierto toque artístico y por lo tanto totalmente respetable.

Si fuese posible me gustaría que cada foto vuelva acompañada por la explicación del proceso de edición con los varios pasos y qué tipo de programa se ha usado.

Al no ser un concurso "serio" tampoco habrá reglas muy estrictas, pero para que todos se queden contentos habrá un premio para la foto que recibe más votos del público y un premio para la que elegiré yo en el caso que no coincidan. La fecha final de entrega de las fotos es el domingo 19 de Mayo. Los premios serán señuelos Molix. ¡Que lo disfrutéis!

Hace unos días colgué en Facebook el video grabado por un lodge de Panamá donde se veía una especie de orgía de atunes de aleta amarilla comiendo en superficie. Un espectáculo dantesco, de los que te levantan el vello y te dejan con una sonrisa de bobo por media hora. La naturaleza a rienda suelta. Sin llegar a semejante extremo, en mis aventuras por encima de las aguas de algunos mares he tenido también el placer de vivir en directo algún que otro banquete de diferente especies de peces devotos al salto encima de la sardina, que es lo que más tercia en esas circunstancias.

Antes de empezar a comerme el coco con diapositivas y luego pixeles, me fijaba solamente donde meter el señuelo y prestar atención a las maniobras del skipper. El blanco, una vez visualizado, quedaba en la mira y podía haber un maremoto, que ni me inmutaba. En cuanto bajaban las revoluciones del motor, o inclusive algunos instantes antes de que ocurriera, ya estaba soltando el dedo e intentando meter el señuelo más cerca del espumaje posible, aún casi siempre evitando el centro del mogollón, por algún que otra razón he tenido siempre cierta preferencia por los bordes de la masacre. El resto es historia...

Con el pasar de los años y un amor creciente para mis Nikons las cosas han ido cambiando, al principio seguía con mi afán pescador, pero me empezaban a entrar remordimientos – saca la cámara Nicola – decía el angelito – pesca, pesca mamón – decía el diablito. Ganaba Satán por goleada pero mi conciencia no podía descansar serena, perder imágenes de tal magnitud es un crimen, y ahora más que nunca, a toro pasado obviamente, me arrepiento un mogollón y medio de no haber escuchado al angelito. Según pasaba el tiempo iba sacando menos peces y más imágenes y si de vez en cuando he perdido alguna ha sido más por quedarme anonado mirando al espectáculo que por vaguería o afán de pescar.

Estoy seguro de que no soy el único que se la gasta de esa manera y que se come el tarro con semejante memeces, por lo tanto allá va la preguntita del siglo, ya que muchos aficionados al digital hay por estos lares ¿Qué hacéis vosotros? Pescáis, grabáis, tomáis fotos o os quedáis como si hubieseis visto Giselle Bundchen desfilando en ropa interior?

Por cierto, hace mucho que no veo nada parecido, de los atunes digo no de la estatuaria Giselle, ya me está entrando la nostalgia de ... ¿de qué? ¿Fotografiar o pescar?

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Lamadrequeparióalospixeles. Maldito marketing y carrera de los millones que no deja en paz ni las DSRL para principiantes amén de las compactas, donde la cruzada ha llevado la mayoría de los modelos a catorce millones de pixeles que tienen que colarse en un sensor más pequeño que la uña del meñique de mi hija. Hasta Nikon que había mantenido el nivel más bien bajo con la D300 y la D700 se ha tirado a la piscina, y saca la jodía D7000 con 18 millones  de enanos y la D600, la nueva FX en teoría para aficionados, con 24 millones.

¿Pero a quién demonios le hace falta tanto lastre? Para que queremos 20.000.000 de esos cosos para luego sacar una foto que con suerte abriremos en el ordenador o imprimiremos en A4? Con siete u ocho megapixeles tenemos más que de sobra para la gran mayoría de aplicaciones, los demás solo estorban a la hora de trabajar en las fotos, editarlas, almacenarlas y luego hacer las copias de seguridad. Una barbaridad de espacio que ocupamos con una carga absolutamente superflua, porque aparte un uso profesional que se pueda hacer de la cámara en el que las ampliaciones sí que son necesarias así como los detalles que pueda grabar el sensor, los aficionados realmente no la necesitan para nada.

Llevo trabajando ya casi dos años con la D7000 y la verdad que sobre todo en las fotos de estudio tiene algunas ventajas que me facilitan el trabajo. El Live View (pantalla utilizada como visor) funciona muy bien, me permite agrandar muchos el objeto y lograr un enfoque perfecto; combinada con un buen macro saca unas tomas en las que se pueden ver los más mínimos detalles pero luego, al momento de almacenar las fotos empiezan los problemas.

En primer lugar la velocidad de descarga es muy lenta, tened en cuenta que a lo mejor bajo ciento cincuenta, doscientos o quinientos y pico fotos cuando vuelvo de un viaje, y me tiro media mañana. He tenido que cambiar el disco duro donde almaceno las fotos de uno de 500GB, ya más que lleno, a uno de 2TB, que se hincha a la velocidad de la luz. Una vez que me pongo a editar las imágenes en Lightroom se abren lentamente, y aún más cuando aplico enfoque y claridad. Especialmente las de estudio, que requieren muchos retoques para limpiar el polvo, imperfecciones y ajustar los niveles, son exasperadamente pesadas de digerir, ¡una tortura vamos!

Así que estas semanas he vuelto a mis viejos andares y recuperada la D90, una señora cámara con un número adecuado de pixeles, me fastidio un poco por el menor desarrollo técnico pero saco unas fotos igual de bonitas y no me vuelvo loco a la hora de editarlas, ya que todo el flujo de trabajo se desarrolla en la mitad del tiempo. Miraba con anhelo la nueva D600 porque tenía ganas de pasar al formato completo, y he descartado por completo la compra por el terror que me provoca tener que domar aquellos trillones de gremlins que quieren atacar mi PC y dejarlo hecho una triza. A ver si encentro una D700 en buen estado y me la llevo, esa es una bicha tranquila, con sus modestos 12 megapisse va de escándalo, y me sobran cuatro.

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