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Si es que he empezado a visitar las dulces aguas del interior es por dos razones, la gana de volver a encontrarme con bichos olvidados y la cercanía (relativa). Es decir, un cristiano que vive a casi 400km de la orilla más cercana no puede estar cada fin de semana emigrando o plantearse un día de ida y vuelta para mojar señuelos. Hay que ser realistas, sobre todos ahora con lo que cuesta la gasolina o un jodido tren. Al no tener siempre tres o cuatro días a disposición se busca uno alternativas, y las más viables pasan por visitar ríos y pantanos.

También hay que decir que la comunidad que me alberga tiene poca pesca, me parece que por aquí somos demasiados y que hay mucha presión,  amén de que los depredadores que tenemos a disposición tampoco son muchos. Es preciso entonces peregrinar hacía lugares más fecundos, ya estén a 100 como a 250 kilómetros, algo que todavía se lleva en un solo día. Pero es cierto lo que dice el refrán, no hay mal que para bien no venga.

De no haberme picado el gusanillo y surgido una impelente necesidad de volver a pescar por lo menos uno o dos días por semana - lo autónomos tenemos esto, estamos jodidos pero felices de elegir nuestros espacios libres - no me hubiese encarado nunca a las Carponas o pensado en acechar barbos por cada esquina. Fíjate que hasta me hace tilín el Black Bass, pero creo que sea demasiado listo para mi, habrá que intentarlo. Lo curioso es que ahora cambio alegremente Lucios por gordinflonas, cosas raras que hace el cerebro, o lo que quede de ello.

La semana pasada he estado unos días en Italia, y he pescado el canalito detrás de la nave de Molix donde se esconden Carpas, Siluros y Aspios y una charca que tiene Black Bass y un híbrido de Striped Bass. No ha habido suerte, he tenido un par de picadas sin consecuencias pero me lo he pasado pipa, emocionado como un nene chico. Ya de vuelta a la península Ibérica estoy muy pendiente de los barbos gitanos que me esperan  o de un nuevo lugar de Carpas, sin olvidar que el terremoto andalú está calentando motores en el Estrecho y una petarda catalana me cuida las Lubinas y los Atunes en el Delta. Agua dulce pero también un poco salada, en fin, lo que se pueda alcanzar, lo importante es salir a pescar que el verano llega solo una vez al año y dura muy poco.

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Hace unos días Jackson me ha enviado su nuevo catálogo y una muestra del nuevo Artist 180 Slim (todavía no disponible), una virguería de señuelo larguilucho y totalmente anoréxico. Me gusta, mejor dicho, me gustan por alguna extraña razón, de la que se me ocurren de vez en cuando, me dan mucha confianza estos señuelos tan finos. Más que los otros.

No existe una explicación racional para lo que acabo de afirmar, probablemente en natura hay más peces regordetes que delgados y la consecuencia debería de ser que señuelos más anchos y gruesos tengan más éxito. Y a lo mejor lo tienen, pero el diseño puede con mi lógica y me vendo por un plato de lentejas.  Así que llevo una semana con el Artist encima di mi mesa de trabajo y entre una paliza al teclado y otra lo cojo, le echo un vistazo, juego con los sonajeros y vuelvo e dejarle en paz por un rato. Desde que he empezado a trabajar con Molix el tema del diseño de los señuelos ha dejado una huella bien definida dentro de mi débil cabecita, y me gusta observar cómo se desarrollan los prototipos, desde que llega el primero hasta que sale el producto acabado, con todas las mejoras a las que está sujeto a lo largo del parto.

No es por nada que el Audace siga siendo uno de mis “slim” favoritos, un buen ejemplo de diseño arriesgado y novedoso, más innovador por ejemplo del  Tide Minnow Slim, señuelo excelente y bien bonito, pero de corte más tradicional. Leí por algún lado que este tipo de artificiales se crearon para aquellos momentos en que se mueven mucho los Lanzones, de silueta tan escuálida y riquísimo alimento para las golosas lobas del Atlántico. Me lo creo, no por nada el hombre es el animal más inteligente (aunque a veces no lo parezca) que pisa la tierra. Observa, analiza, estudia y finalmente se inventa algo para salirse con la suya y progresar. En la pesca mucho se ha avanzado desde que vieron la luz los primeros señuelos pero, si os fijáis un momento, el Rapala Original Floater tampoco se podía definir obeso, ¿era quizás el precursor de los “slim”?

¿Qué opinión os merece este tipo de señuelo? ¿Le encontráis alguna ventaja práctica a la hora de contar picadas y capturas o ni fu ni fa, en fin más de lo mismo? ¿Qué tipo de pez pasto ronda por vuestros lares y cuál sería el señuelo que más se le asemeja? Y finalmente me gustaría saber si las migraciones de los cardúmenes de carnada asumen importancia en cuanto entran en vuestra zona de operaciones, tanto que hay que adaptar el estilo de pesca y obviamente los señuelos a utilizar.

Os dejo con unas cuantas preguntas y la curiosidad de escuchar la palabra de los ribereños, siempre al loro sobre lo que pasa en su entorno. Gracias

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El otoño avanza cabroncete este año, frío pelón y las castañas que arden. Asusta un poco como antipasto del invierno, vete tú a saber qué es lo que nos espera, mejor revisar la calefacción y la caldera, la mía de marca famosa es más mala que un hipopótamo haciendo volteretas laterales. Cada dos por tres me deja sin agua caliente mientras estoy en la ducha totalmente enjabonado y si no hay nadie en casa que venga en mi auxilio la paso canuta. Cosas del hogar que a pocos importan, tiramos p’adelante que no se cómo va a acabar esto.

A si...ahora recuerdo, estaba pensando en nuestros animalitos favoritos y como atraviesan las Navidades o la semana blanca, que me da lo mismo. Ya sé, algunos se quedan. Perezosos o adaptables no se alejan de su zona, inclusive se mantienen en forma comiendo de lo lindo una vez desaparecidos sus más cercanos competidores. Otros se van pero... no se van. Me explico, antes del lanzamiento de tomates, se iban mejor dicho pero ahora  han decidido establecerse por aquí una vez haberse encontrados más tranquilos y menos cercados, nunca mejor dicho. Así que tenemos a los rojos, no los de Mao sino los de Neptuno, que pastorean a sus anchas por las costas del Mediterráneo y en el embudo entre dos tierras allá donde las columnas de Hércules. No se van los jodíos ni a tiros y encima cuando llega el otoño vuelven a subir a la superficie deleitando grandes y pequeños.

¿Pero adonde van las Anjovas y los Palometones? Eso, chichos, me tiene muy intrigado. Desconsolado diría, sufro por ellas pobrecicas que migran para aquí y luego para allá, un trajín de narices para peces costeros que tampoco tienen el motor de un Atún. Pero al parecer pocos saben con exactitud las rutas de estos animales ni, por lo que tengo entendido, hay estudios científicos que avalen alguna teoría, pos claro, no tiene interés comercial y nadie se gasta un céntimo por ellos. Ni Fishbase ni Wikipedia se han enterado, y seguimos con lo mismo de siempre...que se van y se van, ya está. Lo que sabemos es que durante el avanzar de la temporada más fría se encuentran en buen número en el Estrecho, donde al parecer hacen un pit-stop, repostan a base de calamares y sardinas y probablemente siguen el viaje hacía las más cálidas costas del Atlántico norte africano. Digo yo claro, esta es harina de mi saco y se sabe que de biólogo como de listo tengo lo justo.

Aún así hay otro misterio, y es que no todos se van, algunos, quizás los más vagos o menos espabilados (o los más listos, vete tú a saber) se quedan y siguen dando alguna que otra alegría al pescador que los buscas en el Mediterráneo. ¿Y eso como se come? ¿No están todos los bichos regidos por los mismos patrones? ¿Habéis visto algún ñu o cebra que se queda en el Masai Mara cuando otros tres millones de cuadrúpedos se ponen en marcha para las cámaras del National Geografic que siempre los espera, vaya mala leche que tienen, en el río repleto de “cocolilos”? Vamos, estaría el mamífero acojonado de acabar solo aún teniendo seguro de vida y to’. ¿Y porque los peces van a su bola? Digo yo, si madre naturaleza les ha dicho que tienen que irse pues que se vayan, que sino aquí nos volvemos todos locos y no nos enteramos de nada.

En fin, cuando el jueves saldrá este delirante estornudo bloguero estaré intentando meter manos a uno de esos caprichosos y anárquicos animales en aguas del Estrecho. ¿A ver si este año se han quedado todos en el Med y me dejan sin ver cola? Es que de estos rebeldes no se puede fiar ni su padre...por cierto ¿reconocerán los padres a sus hijos?¿ Y a los nietos? Acabo aquí que la cosa va deslizando por un hoyo sin fondo y es horario de niños todavía. Saludos buena gente, que tengáis un buen fin de semana J

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