La Carpa y el Nano Jig

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La Carpa y el Nano Jig, así me lo enseñaron y probé a ver si funcionaba.

Este fin de semana por un cambio de planes improviso me encontré a tarda hora de la mañana exento del plan familiar y en disposición para tomar una decisión beneficiosa para mi organismo y salud mental, aunque tardía. Dicho y hecho, recojo mis bártulos y me subo al coche con la firme decisión de descubrir un lugar para mi nuevo, y además hacerlo a fondo, con la complicidad del día y medio de tiempo que tenía a disposición.

Arreglo el hospedaje para la noche, como algo muy rápido y estoy en el lugar que me había indicado un amigo, siempre atento al movimiento de las gordas por la zona. Eran ya las cuatro pasadas de la tarde, el sol todavía alto empezaba a caer y tenía un par de horas con buenas condiciones de luz, tres como mucho. Esta vez imito el montaje que tan bien le funciona a Jorge y que mucho me ha dado la tabarra con ello - a César lo que es de César - y acoplo a un Nano Jig watermelon una Freaky Rock del mismo color.

Diviso la primera carpa con el hocico metido en el lodo casi al empezar el recorrido, le planto una seria propuesta delante de los labios y después de un amago de enviste me enseña su real trasero y se aleja, indignada. No tardo mucho en ver otra pero ella también me reconoce y entiende que de mi no le va a llegar nada bueno, se gira. Aún así lanzo sin fe y al tocar el agua el jig, arranca el turbo y deja entre los dos una nube de lodo que empaña mis ilusiones.

No está mal, he visto dos gordinflonas en menos de 15 minutos y todavía me queda mucha orilla, con una pinta espectacular. Hay vida, hay esperanza. Jugándome los ojos luchando contra los reflejos del sol, que en este momento no se encuentra en una posición a mi favorable, veo una sombra que está haciendo shopping entre unas algas. Hay un espacio limpio para un lance y milagrosamente logro meter el señuelo allí donde quería.

La carpa no está exactamente en la trayectoria del artificial pero me sorprende. Gira sobre si misma, evidentemente atraída por las vibraciones del Nano Jig, y como un rinoceronte se abalanza sobre el engaño al cual seguramente se les pusieron los pelos de vinilo como escarpias. Quien pudiera imaginar que un ciprinido pacífico y manso llegase a desencadenar semejante furor.  Por una fracción de segundo me quedé atónito, no me esperaba una picada tan pronto y mucho menos de tal magnitud pero me recuperé rápido y ataqué de muñeca. Mal asunto.

La Carpa y el Nano JigLa petarda arranca suave pero con potencia, no se deja llevar pero todavía no corre, quizás esté un poco sorprendida por el cambio repentino en su vida. Hay un tira y afloja que no me convence, es como estar jugando con un leon que se comporta como un gatito y que sabes que, cuando quiera, te puede comer con un bocado. Así es. Despega. Por un momento me dejo llevar por ese mágico sonido de la carraca pero, el ver la dirección que escoge entiendo que o me espabilo o del fino bajo que llevo va a hacer trizas.

La carpa y el Nano JigJugar con el Nano Jig te ayuda porque sabes que hay un anzuelo que aguanta mucho, por lo tanto aprieto el freno y la fuerzo a cambiar de rumbo, las rocas a cuchillo no se llevan bien con el trenzado. Noto algo que roza contra la línea, aflojo la cuerda y al ver que se aleja un poco, vuelvo a apretar e intentar girarle la cabeza. Lo consigo y la voy mareando de esta forma, p'acá y p'allá sin pausa. Cede pero no. Es decir, se deja llevar un poco pero en cuanto me lee la escrita en la gorra con un par de coletazos se vuelve a poner a distancia de seguridad.

La Carpa y el Nano JigA uno no le vienen las canas solo para indicar al resto del mundo que se está haciendo mayor, también las acompaña un poco de experiencia y si todavía existe conexión en lo que queda encajado entre las orejas, pues tiras de ella. Lejos de enredos, estructuras y piedras peligrosas la gorda sigue sintiéndose libre pero siempre más cansada, hasta que me echa una mirada y me invita a coger la sacadera, dicho hecho. Charlamos un rato como buenos competidores, yo en mi "itañolo" y ella con algún que otro gruñido, y finalmente cuando está lista la levanto para las fotos y con delicadeza vuelvo a devolverla a su medio. Agradecida me regala un lavado exprés con la cola y sin mirar atrás se pira.

Yo me quedo con una sonrisa kilométrica, recojo mis cosas y vuelvo a escrutar el agua, por si hubiese más sombras que molestar, y las hay, pero esta ya es otra historia.

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